Enviado por Teresa a la Revista AR

Os aconsejo que leáis este texto que encontré en la Red. Porque una persona puede estar rodeada de riqueza, pero sólo es afortunada si posee tiempo para disfrutar de los suyos.

El tiempo, un tesoro

Una mujer de negocios veraneaba en un pueblo costero. Un día, paseando por el mercado, vio a una señora que recogía su puesto de joyas artesanales. “¿Ha tenido buena venta?”, le preguntó. La joyera sonrió: “Sí. He vendido ocho piezas”.

La empresaria miró el reloj: “Todavía es temprano. Supongo que volverá esta tarde, ¿no? “. Extrañada, la artesana le interpeló:  ”¿Para qué?” . Pues porque así podría vender más”, respondió la mujer de negocios. “¿Y para qué?”. “Pues, para incrementar sus beneficios”, contesto de nuevo la veraneante.

La artesana parecía desinteresada: “¡No lo necesito! Con estas ocho piezas tengo suficiente para alimentar a mis niños”. Pero su interlocutora insistía: “Mejor entonces, porque así usted podría ganar el doble de dinero. Podría cambiar su puesto por una tienda más grande y bonita”. El gesto de la vendedora se torcía: “Pero… ¿para qué?”. “Para poder vender mayor cantidad de piezas”. “¿Y para qué?”. “Para contratar a gente que venda por usted”. “¿Para qué?” “Porque así usted podría ser rica y dar a su familia todo lo que quiera”.

La artesana del pueblo, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la mentalidad de aquella mujer de ciudad. “Mis hijos están contentos como están, lo que queremos es tener más tiempo para estar juntos”, dijo, y le preguntó: “¿Y para qué querría yo ser rica?”. “Pues, tener a alguien en la tienda le permitiría disponer de más tiempo libre para pasar con su familia y descansar cuando quisiera”. La artesana asintió y dijo: “Tiene toda la razón, ¿sabe? Me voy a descansar con ellos ahora mismo”.