Enviado por Laura García a la Revista AR

De la vida saboreada con calma se extraen muchas enseñanzas. La primera vez que se publicó esta carta se atribuyó erróneamente a Gabriel García Marquez, quien negó su autoría. Sin embargo, si degustas este e-mail con atención, seguro que te arranca una sonrisa.

He aprendido que...

Nadie es perfecto, hasta que no te enamoras.
La vida es dura, ¡pero tú lo eres más!
Las oportunidades no se pierden nunca, las que tú dejas marchar las aprovecha otro. Cuando siembras rencor y amargura, la felicidad huye a otra parte.
Es mejor utilizar siempre palabras amables, para no temer que mañana alguien te las devuelva.
Una sonrisa es el modo más económico de mejorar tu aspecto.
No puedo elegir cómo me siento, pero siempre puedo hacer algo para encontrarme mejor. Cuando un niño recién nacido aprieta tu dedo en su puñito, te engancha irremisiblemente a la vida.
Todos quieren vivir en la cima de la montaña, pero la felicidad sucede mientras uno escala.
Se necesita gozar de los proyectos y no pensar sólo en los objetivos.
Un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo cuando tiene que ayudarle a levantarse.
Hay que saborear la vida: cada instante, cada minuto, cada hora, cada día, cada mes, cada año… para que te deje un gusto dulce en la boca.