Enviado por Carmen Rojo a la Revista AR

Este texto circula por internet y dicen que es del escritor francés Victor Hugo. Pero me han asegurado que la versión en francés no existe, de manera que probablemente no lo haya escrito él. No me importa, el texto es precioso y quiero compartirlo con vosotros.

Inventario de buenas intenciones

Te deseo primero que ames, y que amando también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar, y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas no desesperar.
Te deseo también que tengas amigos y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que, entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo, además, que seas útil mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada, esa utilidad sea suficiente mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo, de paso, que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen y que te rodean seres oprimidos, tratados con injusticia, y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera de sentirás bien por nada. Deseo también que plantes un semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol. Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez al año pongas algo de ese dinero enfrente de ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte. .