Enviado por Toñy Sanchez a la Revista AR

El otro día vi en la tele el desastre que provocó un huracán en Latinoamérica, pero quise olvidar el problema y cambié de canal. Días después recibí este correo electrónico, que me hizo reflexionar. Ahora, con mi pequeño donativo a una ONG come una familia.

Tu granito de arena

Cierto día, caminado por la playa, me fijé en un hombre que se agachaba continuamente, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez a lo largo de toda la costa. Tan pronto como me aproximé, me di cuenta con asombro de que lo que el hombre cogía eran estrellas de mar que las olas depositaban continuamente sobre la arena, y una a una las arrojaba de nuevo al agua.

Intrigada lo interrogué sobre lo que estaba haciendo, a lo que él me respondió: “Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea es baja y estas estrellas han quedado en la orilla. Si no las arrojo al mar morirán aquí por falta de oxígeno”.

“Entiendo”, le dije, “pero debe de haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas todas. Son demasiadas. Y quizá no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa; ¿no estás haciendo algo que no tiene sentido?”

El hombre me miro sonriendo, se inclinó y tomó una estrella marina.

A continuación la lanzó al mar, y me respondió mirándome fijamente:”Sé que en este mundo complicado y acelerado un gesto de ternura y solidaridad no es suficiente. Nada puedo hacer para solucionar todas las penas que tiene la gente, pero sí puedo ayudar mucho a quienes tengo cerca y colaborar en el pedacito de mundo en el que me ha tocado vivir…”

“Y si alguna vez he logrado hacerte sonreír o llorar, si he conseguido emocionarte o que te pararas a reflexionar, entonces eres una de esas estrellas que ha vuelto al mar a contarle a las otras que la bondad existe, que todavía hay seres que creen en los demás”, concluyó.