Fue el mejor momento de su vida; tenía personalidad, un gran sentido del humor y algo de picardía. Su juventud desbordaba vitalidad y hacía posible superar cualquier contratiempo por difícil que pareciera. No muchas amistades, pero buenas.
Ten cuidado … ! Le decían
No pasa nada … ¡ Contestaba
Y tuvo que pasar…, casi sin darse cuenta. Poco a poco se fue deteriorando su vida, su mundo interior, y su juventud comenzó a marchitarse. Se aproximaba una visita siniestra a la que iba a acompañar para siempre.
¿Qué pasó?... Un cierto desencanto posiblemente, probar sensaciones nuevas, quizás; o a lo mejor, fue el temor a quedar marginado ante “algunas amistades”. Sin embargo, lo que realmente sucedió es que probó la droga y se perdió con ella, simplemente por no negarse a tiempo; por aceptar una sola vez, se envenenó y cayó en la trampa.
Esta catástrofe se podría haber evitado, luchando contra todas y cada una de las tentaciones que se presenten, anteponiendo el amor y la amistad como valores supremos, no como excusas de un engaño fatal, porque la vida es una gran aventura en la que merece la pena participar.