El príncipe y la sumisa. Como cambio su vida. 2ª parte

Todos pensaban que había sido sumisa y callada por culpa del marido, que la tenia dominada, pero se equivocaron. Era su forma de ser.

De todas formas, como decía su marido también, como buena Tauro, era muy cabezota, y cuando quería algo, pocas veces, se enfadaba mucho hasta conseguirlo.

Un día, a su hermana, la llamó una compañera y amiga del trabajo, para decirle que se estaba comportando un poco rara y atrevida con los clientes y jefes, lo cual no era normal en ella, tan modosita, y callada como siempre era; que solía ver por el Centro Comercial al hijo de unos amigos, que murió muy joven y lo decía en voz alta a quien estaba a su lado.

La hermana, que iba todos los fines semanas a verla, no le había notado nada raro, le dijo que hablaría con ella para ver como actuaba, y la llamaría.

Esa misma semana, la llamaron del trabajo para hablar sobre su hermana.

La hermana pequeña, mientras tanto, estaba sentada en la sala de espera. Entro sola, y la pusieron al día del cambio que había dado, en tan solo una semana. Atendía y contestaba mal a los clientes, incluso les decía palabras que siempre habría pensado, pero nunca se las había dicho por respeto. Les daba lo que pedían y punto. Se llegó a insinuar a algunos jefes, principalmente a uno de ellos, el cual, fue a comunicarlo a Recursos Humanos. La médica de la empresa, que era la que le estaba informando, le dijo que parecía tener un Trastorno Bipolar, que la llevase a Salud Mental del Hospital de Urgencia. La hermana le contestó que lo vería con su médico de cabecera, antes de llevarla al Hospital. No podía creer lo que le estaban contando.

Recogió a su hermana, y esta iba metiéndose y hablando con todo el mundo que se cruzaba, empleados, clientes, etc. Se reía de todo lo que decía.

La llevó a su casa, y quedo con ella que la recogería para ir al medico de cabecera al día siguiente.

El medico de cabecera la vio y escuchó, y le dio un volante para ir a otro centro médico de Salud Mental. Para que la vieran allí, y ellos decidieran qué hacer.

Ella no quería ir, decía que estaba bien, y que quería ir a trabajar. No era consciente de sus cambios bruscos de personalidad. La hermana avisó a su hermano mayor, que fue a verla, porque ella no quería ir al médico. Así que fueron los dos hermanos a ver a la psiquiatra que le habían asignado, y esta les dijo que no podía hacer nada si ella no iba por su voluntad, que solo podía dar orden de recoger e ingresar en el Hospital en Psiquiatría.

El hermano como siempre se lavo las manos y dejo a la hermana pequeña la responsabilidad de decidir qué hacer con ella.

Habló con su tío, que había sido un padre para ellos desde que el suyo murió, y este la ayudo a convencerla para ir al médico.

Como la hermana trabajaba, casi siempre que tenia que ir a Salud Mental, su tío la acompañaba junto a su mujer. La doctora hablaba con ella, y le controlaba un tratamiento.

Estuvieron probando varias cosas, hasta que dieron con lo que la tranquilizaba y normalizaba, pero tenía sus bajones y alteraciones, diciendo que quería ir a trabajar, que era culpa de su hermana que no la dejaba ir. Que la vigilaban, perseguían, llamaban por teléfono, y cuando su hermana iba a verla o la llamaba, le decía que cómo estaba seguro de que fuera ella y no alguien disfrazada. La echaba a empujones, por lo que se iba impotente y llorando de su casa.

Durante este periodo, la hermana, el tío y su mujer, fueron los únicos que estuvieron a su lado, a pesar de sus trastornos. Resto de familia, amigos, cuñada, sobrinos, todos se alejaron de ella.

Durante varios años, estuvo luchando con el problema bipolar. Las vecinas se quejaban por los gritos y ruidos que hacía de día, pero principalmente de noche. Por las calles, y por la ventana, se metía con las personas que paseaban, incluso les incitaba a subir a su casa.

Cuando algunos fines de semana no cogía el teléfono, decía que se había ido con su amiga al piso que ésta tiene en la playa, y que había conocido a un grupo de personas que solían pasear por el Parque cercano a su casa, y que algunos fines de semana se iba con ellos al pueblo de uno de ellos, que tenía una casa grande.

Una vez, la hermana, que no se fiaba, llamó a su amiga, que realmente era compañera de trabajo. Esta le dijo que era verdad, que un día fue por la tarde y tomaron café juntas, que tiene un piso en la playa, pero que nunca había ido con ella.

Los fines de semana con los amigos del Parque, tampoco era verdad, pero ella le decía que ya no se veían porque no les gustaba, porque bebían y fumaban drogas.

Después le conto que había conocido a un hombre, con el que se veía algunos días.

La hermana se presento una tarde en su casa y le dijo que quería le presentase ese amigo, para ver si era real. Le dijo “si quieres, vamos ahora y lo vemos”.

Dicho y hecho, la dirigió en el coche hasta un bar, donde solía estar él comiendo, tomando café, etc., con unos amigos.

Se lo presentó, y este hombre se reía de todo lo que la hermana le decía, Era mayor que ella, y en parte se parecía un poco al marido, canoso, con gafas, pero de intelectual, nulo.

Ella le decía “hoy que te han hecho estás cambiado, te has teñido el pelo, y dices que te llamas…”. Para ella, era su marido en algunos momentos. Y él seguía riéndose.

Fuimos a una heladería, y cuando la hermana fue a la barra con este hombre, le dijo que, si sabía que ella estaba enferma, el le dijo que sí, que estaba de baja por depresión al quedarse viuda. La hermana le hizo un resumen y el se reía. Le dijo que se acercó a él un día en el bar, y a la semana lo llevo a su casa, y “ya hemos tenidos relaciones sexuales y todo”.

Era mucho mayor que ella, y aparte parecía mucho más viejo, sin embargo ella, al contrario, parecía más joven de la edad que tenía.

Al final, por no discutir con ella, tuvo la hermana que aceptar que se viese con él, fuera y dentro de su casa. Y, la verdad, es que no podía entender el motivo que él tenía para estar con una persona enferma, que lo confundía con el marido. Pero este hombre no era trigo limpio, no quería decirle donde vivía, ni presentarle a su familia, ya que estaba separado. Era un hombre oscuro con muchas intrigas.

Se llevaron varios años juntos, se fue metiendo en su casa poco a poco, para almorzar, dormir la siesta, y se marchaba. No se interesaba por ella, si tomaba la medicación o no. Si ella quería ir de viaje, él decía que no, y se iba sola, y teniendo el teléfono de la hermana, ni la avisaba antes de que se fuera, enterándose porque la llamaba y no cogía el teléfono. Y cuando la acompañaba en las vacaciones, ella costeaba todos los gastos de los dos.

Cada dos por tres que era consciente que este hombre no era su marido, lo echaba de casa, diciendo que no le aportaba nada, y era un inútil. Y tenía razón, pero a los pocos días, al verse otra vez sola, lo llamaba para que fuese.

Estuvo un tiempo que no se veían, y dejó de tomar el tratamiento que la doctora le mandó. Este hombre vio que estaba peor, y dejo de ir, sin que la hermana supiera nada. Hasta que un día la policía la encontró en otro barrio hablando con las farolas, avisada por algunos vecinos del lugar.

Le preguntaron que dónde vivía y la llevaron a su casa. Vieron que vivía sola, y que tenía un tratamiento Bipolar. Le pidieron el teléfono de algún familiar, y llamaron a su hermana.

Ella se presentó allí con su tío, pero ella no les abría la puerta del bloque, ni del piso, hasta que consiguieron entrar.

Se pusieron frente a la ventana de la cocina, donde ella estaba, y los saludó sin parar de hablar con alguien, a pesar de estar sola.

Impotentes, se marcharon, y a primera hora del día siguiente, fueron y ya les abrió la puerta sin problema. Les dijo que era verdad lo de la policía, y que tenía una voz en la cabeza que le hablaba, y ella le respondía.

La tuvimos que llevar al Hospital, a psiquiatría, y allí se quedó ingresada durante un mes, hasta que hablaron con su doctora, y decidieron ponerle otra vez el tratamiento en inyecciones cada quince días, ya que ella no se tomaba las pastillas siempre, y por eso había tenido este retroceso. Su amigo iba todas las tardes a verla, y se marchaba cuando ella cenaba junto con él, por si no se lo comía todo. Y ya se iba cenado también. Cuando iba la hermana, aprovechaba para cogerla de taxista y acercarlo cerca de su casa, pues no quería que nadie supiese donde vivía. Se negaba a ponerse el cinturón en el coche, y cada vez se fiaba menos de él.

Avisó a su hermano, y este le dijo que lo recogiera, que quería ir a verla, y cuando lo vio, no parecía él. Pelo sin forma, olía mal, los dientes fatal, muy delgado. Cuando ella lo vio dijo “este no es mi hermano”. Como siempre empezó a hacer mil preguntas, a buscar explicaciones donde no las había, cuando él no la veía desde el principio cuando cayó enferma.

Como la ultima vez, al día siguiente, la hermana le dijo que cuando quisiera ir a verla otra vez, l avisará para recogerlo, pero él le dijo que estaba malo de la barriga y que no iba a ir ese día. Lo llamó al día siguiente para ver como estaba, y le dijo que estaba mejor, pero que no iba a ir más a ver a su hermana, y así hasta el día de hoy, que ya han perdido la cuenta de los años que han pasado.

Otra vez se quedo la hermana sola con el problema, y los únicos que iban a visitarla al hospital era ella, el tío con su mujer, y el amigo.

Antes de darle el alta, dos fines de semana la dejaron salir, siempre que estuviese acompañada con alguien, y la hermana se ofreció, pero el amigo dijo que él se quedaba. Claro, ella iba a ser criada, como siempre, y se iba a encargar de la comida y de lo que hiciera falta, porque estaba mucho mejor, y él no tenía que hacer nada. Eso sí, criticar y exigir.

Le dieron el alta y ella cogió miedo, para lo que mandaron una pastilla celeste, que tenia que tomarse todas las mañanas, en lugar de la inyección, y todo volvió a la normalidad. Ella estaba estable, y él iba a comer y dormir la siesta. Ni siquiera la sacaba, ni mañana, ni tarde, a pasear.

Continúa…..

2 comentarios en “El príncipe y la sumisa. Como cambio su vida. 2ª parte

  1. Después de las primeras pruebas y experiencias desagradables, aún sigue la vida dándonos más sorpresas. Pero se ve la voluntad férrea por cambiar las cosas, por encima de toda: sumisión, esquemas, patrones y obstáculos.

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