“Las mil y una noches” LA PRINCESA NURUNIR (3)

“Las mil y una noches” LA PRINCESA NURUNIR (3)

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Y hete aquí que, de pronto, hubo de fijarse en un vendedor que tenía en su mano una manzana, pero no como todas. Pues era roja, por un lado, y por el otro, dorada, y además del tamaño de una sandía pequeña.

Hoseín lo llamó y le dijo:

– Me ha llamado la atención esa bonita fruta ¿Cuánto pides por ella?

– Treinta mil dinares, señor -contestó el mercader

– Es una manzana muy hermosa pero, aun así, me parece que quieres burlarte de mí al pedir por ella precio tan exorbitante.

– No creas tal, mi señor, pues por muy bella que parezca, su precio no es nada comparado con el aroma que exhala. Además, eso sería insignificante si nos fijamos en las virtudes que reporta a su poseedor.

Entonces, el vendedor alargó la manzana a la nariz del príncipe para que aspirara su olor, y tan suave y penetrante le pareció, que exclamó:

– Es asombroso. Se me ha quitado el cansancio del viaje y el dolor de huesos en un instante.

– Tú mismo has podido comprobar los efectos con solo aspirar su aroma, porque tiene el poder de sanar cualquier dolencia, por grave que sea.

Se maravilló el príncipe, y pagando los treinta mil dinares de oro, se dirigió con la manzana al encuentro de sus otros dos hermanos, convencido de que no podrían disputarle la mano de su prima.

… Tengo entendido, altísimo monarca … continuó su relato de esta forma, que … 

Después de cruzar ríos y mares, montañas y valles, y sortear los muchos peligros que al paso se le presentaron, se volvieron a encontrar los tres donde habían partido un año antes, y una vez se abrazaron, procedieron a contarse las cualidades de los objetos que habían traído y las vicisitudes que les habían acontecido.

Y hete aquí que, al primero que le tocó mostrar su regalo fué al príncipe Hasán, el segundo de los tres hermanos, y sin mediar palabra, acercó su ojo derecho al cristal del canutillo, con el fin de enseñarles a sus hermanos lo que allí viera, diciendo:

– ¡Canuto de marfil, hazme ver sin tardar a la princesa Nurunir!

El rostro se le demudaba. Sin apartar la vista de su objetivo, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

– ¿Qué ocurre Hasán? ¡Por Alá que nos estás empezando a preocupar! -le dijo Alí, el mayor de los tres.

– Nuestra prima está muy enferma. Acabo de verla en su lecho, y en breve yacerá sin vida. Vedla vosotros mismos.

Y les enseñó a los dos lo que, por el canutillo, había visto.

Entonces, Hoseín mostró la manzana que había comprado, diciendo:

– Esta maravillosa fruta posee la propiedad de curar las dolencias más graves, pues con su solo aroma bastaría para sanarlas; sin embargo, me temo que no llegaremos a tiempo.

A esto que Alí, el mayor, que todavía no había mostrado lo que había adquirido en el zoco, los tranquilizó, y sacando de su bolsa la alfombra, les explicó sus maravillosas virtudes.

Montaron, pues, los tres en ella, y al punto se encontraron junto al lecho de Nurunir. Entonces, acercó Hoseín la manzana a la nariz de la princesa que, al momento, abrió los ojos y sonrió a sus primos.

Una vez enterado el sultán de que sus hijos habían llegado, les mandó llamar para que, tras desearse el selam, les contara todo lo que les había acontecido, hasta alejar a su sobrina de la muerte.

Gran dilema tenía el rey de esta historia…, pues el asunto era más difícil aún que antes de partir los hermanos. Los tres habían hecho méritos por igual para desposar a la princesa, incluso participando de forma conjunta en el feliz final pues, aunque sus regalos eran extraordinarios, ninguno por separado hubiera sido de utilidad alguna para salvarla. 

Después de mucho reflexionar, se le ocurrió una nueva manera de hacer la selección, y así se la comunicó a sus hijos.
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Resumen y traducción de FGV

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